«O pagas o te quedas con el dolor»

La realidad de la atención dental en Cuba.

El dolor más fuerte que el habanero Adel B. Gamboa recuerda haber sentido en sus 30 años, fue el de un cordal. A inicios de 2024, cuando decidió buscar ayuda, un médico en línea al que le mostró la pieza doliente, le dijo que cuando una muela llegaba a ese estado, la única solución era extraerla.

Una noche no pudo más y fue a una consulta estomatológica de urgencias que opera en la Escuela Primaria Alfredo Miguel Aguayo, en el municipio capitalino Diez de Octubre. Pero no se la extrajeron. Primero había que detener la infección.

Cada vez que terminaba un ciclo de antibióticos y volvía a la clínica, se encontraba un obstáculo: no había corriente, agua, o el compresor estaba roto. Visitó varias clínicas más, y en casi todas se topó el mismo problema: el compresor roto. Finalmente, descubrió que el del Policlínico Docente «Abel Santamaría», en el municipio Cerro, funcionaba. Sin embargo, allí no lo querían atender sin turno. 

Mientras se retiraba del centro, disgustado, una mujer lo llamó aparte. No pudo precisar su función, pero asegura que no era doctora. Dedujo que se trataba de una pantrista u otra empleada de servicio.

–Si tú me salvas, yo te resuelvo eso hoy mismo –le propuso.

Por 500 pesos (USD), cuenta Gamboa, la mujer logró que una estomatóloga le hiciera la extracción en el mismo salón que minutos antes se la habían negado. Mientras tanto, a la estomatóloga le tuvo que pagar 2.500 pesos (USD). «No fue “dale lo que tú quieras”. Fue con precio fijado. Esa mujer me dijo: “a la doctora tienes que darle tanto”», especifica.

Además de los 2.500 pesos, le dejó algunos artículos que había llevado para regalar si le atendían bien: un paquete de toallitas húmedas, dos jabones y confituras.

La lucha para acceder a una atención odontológica digna se ha convertido en una rutina para muchos cubanos. Como en casi todas las especialidades y servicios del SNS, se repite un patrón de obstáculos y carencias, entre las que destacan: