SUEÑOS DE MATERNIDAD ROTOS: POLÍTICAS SOCIALES ALEJAN LA NATALIDAD EN CUBA

Por Angeles Rosas

Foto: Diario de Cuba

La crisis económica, la escasez de vivienda y de cuidados infantiles empujan a muchas cubanas a postergar o renunciar a la maternidad, agravando el fuerte descenso de los nacimientos en la Isla.

A sus 36 años, con siete meses de un embarazo no planificado y descubierto muy tarde, Claudia tiene claro que no volverá a parir. «No es que no ame a los niños —dice mientras habla por videollamada y acomoda unas ropitas en su reducida habitación de alquiler en Centro Habana—. Es que siento que no tengo garantías mínimas para criar ni siquiera al que viene en camino. Es muy duro traer un hijo al mundo con la incertidumbre de que mañana puede faltar el pan o la electricidad».

Cada vez nacen menos niños en Cuba. En 2024 se registraron 71.374 nacimientos, 19.075 menos que en 2023, un año que ya había tenido la cifra más baja de las últimas seis décadas, según el Ministerio de Salud Pública, citado por el portal oficial Cubadebate.

Las políticas sociales implementadas para apoyar la maternidad —subsidios, licencias extendidas, facilidades laborales— existen sobre el papel, pero la vida diaria demuestra que muchas veces son letra muerta.

Desde hace algunos años, el problema de la baja natalidad ha sido una constante, y durante un tiempo el Gobierno atribuyó la disminución a factores como la profesionalización de las mujeres y su acceso a otros roles más allá del materno, según apunta la investigadora Hilda Landrove. Sin embargo, «la caída de la natalidad en los últimos cinco años ha sido drástica, y combinada con el éxodo masivo, está llevando a un alarmante decrecimiento poblacional», apunta la experta. 

En un Consejo de Ministros celebrado a inicios de mayo, Juan Carlos Alfonso Fraga, vicejefe de la estatal Oficina Nacional de Estadística e Información (ONEI), informó que entre 2020 y 2024 la población nacional experimentó un descenso significativo y hoy se contabilizan 9.740.000 habitantes con residencia efectiva en el país. 

Además del incremento de las defunciones y el saldo migratorio, Alfonso Fraga admitió que el bajo número de nacimientos configura el declive poblacional, aún más grave, según los cálculos del economista y demógrafo cubano Juan Carlos Albizu-Campos, quien ha estimado el número de la población de la Isla en poco más de ocho millones de personas, tras una caída acumulada del 24% en apenas cuatro años.

Según datos del International Migrant Stock de las Naciones Unidas, citados por Albizu-Campos, el 56,6% de los emigrantes cubanos son mujeres. El demógrafo advirtió que las autoridades cubanas intentan minimizar la gravedad de este fenómeno, a pesar de que el 79,5 % de esas mujeres se encuentran en edad reproductiva y económicamente activa, es decir, entre los 15 y los 59 años.

Hilda Landrove advierte que «si bien la relación entre crisis económica y natalidad es común y esperable —la preocupación por la capacidad de mantener a los hijos incide directamente en la decisión de tenerlos—, el problema va más allá de lo inmediato: la baja natalidad tendrá un impacto estructural en el país en las próximas décadas, especialmente al superponerse con el acelerado envejecimiento de la población».

Cifras que preocupan

Según la Encuesta Nacional de Fecundidad de 2022 realizada por la Oficina Nacional de Estadística e Información (ONEI), el 70,8% de las mujeres y el 49,3% de los hombres cubanos de entre 15 y 54 años han tenido hijos. El promedio de hijos por mujer es de 1,14, mientras que en los hombres es de 0,79, lo que refleja una baja fecundidad general. Desde 1978, la tasa de fecundidad se sitúa por debajo del nivel de reemplazo de dos hijos por mujer.

El Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) incluye a la Isla entre los países con tasas más bajas en América Latina, junto a Chile, Uruguay y Costa Rica, con 1,5 hijos por mujer. Mientras en los años 60 las mujeres tenían en promedio 5,3 hijos, hoy esa cifra es de 2,2.

Según Landrove, la situación es grave hoy y será aún más grave mañana si el país continúa su deriva actual hacia la debacle económica. La población joven en edad laboral va a estar notablemente disminuida, con consecuencias para el sistema productivo y de protección social. En ese contexto, incluso un régimen como el cubano tendrá que considerar estrategias de atracción de población extranjera, sostiene.

Lorena, de 20 años, residente en Artemisa, tiene una bebé de cuatro meses de nacida. Dejó de trabajar cuando cumplió siete meses de embarazo y en estos momentos vive del salario de su pareja, pero sobre todo de las remesas que recibe de sus dos hermanas, residentes en Uruguay y en España, respectivamente. 

Desde que a los casi dos meses de parida una infección la dejó incapacitada para amamantar a la pequeña, vive en una agonía porque debe comprar leche de fórmula, pero no cualquiera. La niña necesita fórmulas antirregurgitación (para evitar vómitos). Eso entraña que tiene que pagar el doble o triple de lo que cuestan las ya normalmente caras leches diseñadas para bebés. Sus hermanas han enviado la leche especial al menos en dos ocasiones, pero no es suficiente y ha tenido que comprarla en el mercado informal, cuando la encuentra, o recurrir a otra variante que agrava el problema de reflujo.

«En las tiendas no encuentras fórmulas. Aparecen en el mercado informal entre 15 y 20 dólares generalmente, pero llegué a pagar 25 dólares por una 'oferta' en Revolico. Estaba desesperada viendo a la niña en medio de una crisis», dice esta joven madre.

Esos 25 dólares representan casi la mitad del salario medio estatal en Cuba —6.506 pesos— que percibe su pareja de hecho.

«Mi día a día se resume en la lucha por la comida. Las compras de alimentos no me dan margen para más. Se va todo en muy poca comida y no te nutres bien. Hay noches que mi madre ni come para que yo lo haga, es el círculo infinito del hambre. Si esperas por la cuota de la bodega te mueres. No, en estas condiciones otro hijo no está en los planes», dice Lorena.

La escasez de leche en Cuba se ha agravado en los últimos años, afectando especialmente a niños, embarazadas y personas con dietas médicas. La producción nacional del producto fresco ha caído drásticamente por falta de alimento animal, combustible, equipos y otros factores de las políticas agropecuarias, mientras las importaciones se han reducido debido a la falta de divisas. Como resultado, el gobierno ha recortado las entregas del producto subsidiado, y la mayoría de las familias no pueden acceder a la leche en las tiendas. 

La Habana se vio obligada a solicitar ayuda oficial al Programa Mundial de Alimentos de la ONU a finales de 2023, debido a la escasez de leche destinada a los menores de siete años. La petición fue confirmada públicamente por el PMA en febrero de 2024 ante la urgencia de la situación y su impacto en la seguridad alimentaria y nutricional de la población infantil. 

Vivienda y cuidados: barreras insalvables

Heydi Stephanie es madre de una niña de 5 años y otra de 14, quienes padecen alergias y otras patologías . Las alergias y los cambios constantes que sufren se agudizaron después de que el edificio en que residían, en Fernandina número 317 entre Quinta y Vigía, en el Cerro, se derrumbara el 7 de noviembre de 2024. Han estado dependiendo de la caridad de personas solidarizadas con su situación, una noche sí, otra no, ante la falta de una solución de vivienda por parte de las autoridades y la negativa de la joven a ingresar en un albergue.

«La niña menor sangra por la nariz pues padece de una rinitis crónica por alergia que no se le quita en las condiciones en que nos encontramos. La mayor está operada de las cuerdas vocales desde los tres años y también le afectan los cambios climáticos», dice Heydi Stephanie. 

La joven, cuya situación se ve agravada por la ausencia de responsabilidad por parte del padre de las pequeñas, se ha presentado semanalmente ante la Dirección de Vivienda y el Gobierno Municipal del Cerro, pero los funcionarios responsables han evitado atenderla.

Cuando ha intercambiado con autoridades le han dicho que no tienen cómo resolver su situación, algo que no entiende: «Veo espacios cerrados, abandonados, casas vacías. ¿En serio en ningún municipio de La Habana hay un lugar donde mis hijas puedan descansar como niñas normales? Las niñas perdieron su equilibrio físico y mental, y yo ya no puedo más».

Heidy Stephanie dice que las autoridades le propusieron un albergue desde el principio, pero se resiste a someter a sus hijas a las condiciones deplorables de estos espacios compartidos y en los que cientos de familias aguardan viviendas desde hace años, incluso décadas.

La necesidad de vivienda de esta madre no es aislada. Según datos oficiales, en 2023 en Cuba había más de 62.600 madres con tres o más hijos, en espera de la promesa gubernamental de una solución habitacional. El diario oficial Granma publicó que al final de ese año, de las 2.257 acciones constructivas planificadas con tal fin se completó sólo el 53 por ciento, lo que representa menos del dos por ciento del total de las necesitadas. 

La socióloga Elaine Acosta, directora del Observatorio de Cuidado y Envejecimiento Cuido60, identifica la falta de acceso a la vivienda como uno de los principales factores disuasorios de la formación de familias: «Es un sector crítico, crónicamente en crisis y cada vez más inaccesible, algo que conspira contra la maternidad».

Para agravar el panorama, el Gobierno no solo somete a las madres a la condición de sin techo, sino que las criminaliza.

En abril de 2023 Rosa Edelis Guerra Rodríguez, de 32 años, ocupó un local estatal abandonado en Trinidad, Sancti Spíritus, junto a sus tres hijos menores, tras cuatro años de solicitudes ignoradas por el Gobierno para obtener una vivienda. En lugar de recibir apoyo, fue objeto de amenazas y presiones por parte de funcionarios y agentes policiales, quienes además, en un acto ilegal, le arrebataron la custodia de sus hijos sin que existiera un proceso judicial en su contra.

«La falta de futuro empuja a las mujeres a renunciar a la maternidad en la Isla»

La investigadora Hilda Landrove coincide en que, frente a esta deriva, cualquier solución sostenible implicaría un cambio profundo en el modelo económico y político. En un escenario de renovación, señala, sería posible diseñar políticas públicas que realmente estimulen la natalidad mediante el mejoramiento de las condiciones de crianza. En opinión de la experta, esto requiere acciones a corto, mediano y largo plazo, desde el acceso a vivienda hasta un sistema integral de cuidados.

Sin embargo, advierte que hoy esta posibilidad parece utópica, porque el país no tiene la capacidad institucional ni política para abordar de manera efectiva un desafío de esta magnitud: «Como tantas otras, es una necesidad que no puede ser resuelta en las condiciones actuales», afirma.

Por otro lado, en caso de un cambio de régimen que permitiera la participación de la diáspora en el crecimiento económico, Landrove considera que una parte de la población cubana que vive fuera podría regresar para invertir y contribuir a la reconstrucción de la economía, lo cual también abriría una puerta para frenar el colapso demográfico.

Igual que Landrove, Elaine Acosta atribuye el alarmante descenso de la natalidad en Cuba no solo a la crisis económica, sino a una «profunda falta de perspectivas de futuro» que afecta especialmente a los jóvenes y a las mujeres en edad reproductiva.

«Cuando uno se plantea tener hijos, lo hace desde un proyecto de vida y de futuro. Pero hoy en Cuba ese proyecto está en crisis», afirma Acosta. Para la experta, las familias ya no pueden garantizar cuestiones básicas para criar a un hijo: desde una vivienda digna hasta acceso a educación y salud en condiciones adecuadas.

Acosta advierte que la crisis estructural del país ha hecho que tener descendencia sea «extremadamente costoso», tanto desde el punto de vista económico como emocional. «La precariedad laboral, el deterioro de las condiciones de vida, la inseguridad habitacional y la falta de políticas públicas efectivas de cuidado infantil hacen que la maternidad se perciba más como un sacrificio que como una elección deseada», considera.

En particular, la socióloga señala que el colapso de los sistemas públicos de cuidado ha obligado a muchas familias a recurrir al sector privado, encareciendo aún más los costos de la crianza. «El cuidado se ha mercantilizado, y los cuidados de calidad son un lujo que no todas las familias pueden permitirse», añade.

Este panorama afecta con más fuerza a las mujeres, quienes enfrentan «obstáculos demasiado altos» para conciliar sus propios proyectos de vida con la maternidad. «Sin apoyos institucionales, muchas mujeres postergan indefinidamente la decisión de tener hijos», apunta.

La decisión de no tener descendencia o tener pocos hijos no es una cuestión exclusiva de las cubanas dentro de la Isla, y responde, en parte, a transformaciones culturales más amplias, propias de sociedades en las que el modelo familiar se ha reducido. Las mujeres tienen más opciones de desarrollo personal y profesional, y la maternidad ya no es vista como mandato único, ni prioritario. Sin embargo, en la Isla estas razones confluyen con una crisis sistémica agudizada en los últimos años.

«Para muchos jóvenes, migrar representa la posibilidad de desarrollar un proyecto de vida. Muchas mujeres no descartan la maternidad, simplemente la postergan hasta haber salido del país», dice la socióloga Elaine Acosta.

Con 25 años, nacionalidad española y una beca para estudiar, Yaquelín viajó a España en 2018. Terminó un máster en un instituto privado de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid. Hoy, después de haber superado los numerosos desafíos que suponen emigrar, trabajando y con un proyecto futuro, celebra su segundo trimestre de gestación.

«Unos seis meses antes de salir de Cuba me interrumpí un embarazo. Fue la mejor decisión. Hoy puedo pensar en tener familia. Tengo fecha de parto para agosto y espero que nazca con salud. Sus necesidades estarán cubiertas», dice. 

Políticas públicas que se quedan cortas

El Gobierno cubano ha implementado en los últimos años diversas políticas sociales con el objetivo de promover el progreso de la mujer y estimular la natalidad, como el Programa para el Adelanto de la Mujer, el Código de las Familias, y una Estrategia integral de prevención y atención a la violencia de género y en el escenario familiar. Estas medidas buscan, en el papel, mejorar el acceso de las mujeres a la capacitación y el empleo, fortalecer derechos laborales, y ampliar servicios de apoyo y protección. 

En teoría, pero lejos de la práctica y de la realidad económica y social, también existen apoyos concretos como licencias de maternidad pagadas, acceso a círculos y jardines infantiles, subsidios para madres jefas de hogar, viviendas para madres con tres o más hijos, y servicios jurídicos y psicológicos a través de la Federación de Mujeres Cubanas, entre otros.

Sin embargo, la doctora Mayra Espina, del Centro Cristiano de Reflexión y Diálogo, advierte que estas acciones no cubren la demanda real y su implementación es lenta, lo que limita su impacto. Señala que para lograr una equidad de género real se requieren acciones afirmativas más contundentes, como mayor acceso de las mujeres a empleos bien remunerados y activos productivos, especialmente en sectores como el de las mipymes, donde las mujeres están subrepresentadas: menos del 25% de las micro, pequeñas y medianas empresas están lideradas por mujeres, según datos del Ministerio de Economía y Planificación.

Espina considera además que estas políticas, aunque positivas, no serán suficientes para revertir la baja fecundidad: «El patrón ya establecido tiene una inercia difícil de modificar, ya que responde también a factores culturales y expectativas sociales arraigadas».

En Cuba, las madres trabajadoras del sector no estatal enfrentan desigualdades significativas respecto a sus derechos de maternidad y acceso a círculos infantiles en comparación con sus pares del sector estatal. Casos como los de Yilian, Carla y Gabriela, empleadas privadas o trabajadoras por cuenta propia, evidencian la falta de protección económica y el limitado acceso a servicios de cuidado infantil, que las obliga a depender de costosas guarderías privadas o soluciones familiares improvisadas.

Aunque el Decreto-Ley 71/2023 amplió ciertos derechos relacionados con la maternidad, las trabajadoras del sector privado deben cumplir requisitos más estrictos para acceder a prestaciones económicas. Además, los círculos infantiles priorizan a madres empleadas en instituciones estatales, estudiantes y casos sociales, dejando a las cuentapropistas en clara desventaja. La escasez de plazas en 2023 alcanzó un crítico 46,9% y solo se otorgaron 719 plazas a trabajadoras del sector privado. La situación ha mejorado, pero no termina de superarse, pues en 2024 se cubrió el 76,3% de la demanda.

En un intento de paliar el problema, el Gobierno, amparado en la Resolución 58/2021 del Ministerio de Educación, impulsa las denominadas «casitas infantiles» (actualmente unas 250 en toda la Isla bajo gestión de los propios centros laborales), pero su alcance sigue siendo limitado. 

«Ojalá yo tuviera esas opciones», dice Yilian en referencia a las casitas infantiles creadas por centros de trabajo estatales. "Ni por asomo me toca el círculo infantil estatal", lamenta Gabriela, quien debe costear una guardería privada y tiene que llevarlo todo.

«Yo cerré la producción con el que tengo», dice Carla en tono jocoso, pero muy seria en su determinación. «Cuando el niño camine tendré que ponerlo en un cuido, pero ahora me toca reunir los pesos. Ya vestirlo y alimentarlo te seca los bolsillos. No quiero pensar cuando tenga que gastar más en guardería», dice.

La baja natalidad en Cuba responde a una combinación de crisis económicas, carencias de vivienda y cuidados, y falta de perspectivas de futuro. Sin reformas estructurales que garanticen condiciones reales para criar —desde alimentos y energía, hasta vivienda digna y cuidado infantil—, el dilema de Claudia, la joven que vive alquilada en Centro Habana, y de cientos de mujeres cubanas, seguirá apartando la maternidad de sus proyectos de vida.

Sobre la autora

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Sobre la autora 〰️

Licenciada en Historia por la Universidad de La Habana, Diplomada en Periodismo Digital y Máster en Artes Escénicas por la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, España. Durante más de 10 años periodista de Diario de Cuba especializada en temas de política social y mujeres.

Ángeles Rosas

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