SILENCIOSA

LA PRIVATIZACIÓN

Prácticas de corrupción en el

Sistema Nacional de Salud cubano

Una investigación de Casa Palanca en al lianza con Cubadata

Aunque el discurso oficial sostiene que la salud en Cuba es gratuita y universal, la evidencia sugiere que el Sistema Nacional de Salud (SNS) atraviesa un proceso de privatización encubierta. Basado históricamente en los principios de gratuidad y equidad, lo que alguna vez fue considerado el orgullo del régimen cubano, muestra hoy señales claras de deterioro estructural: corrupción, pagos informales y desigualdad creciente en el acceso a los servicios.

Pacientes y familiares se ven obligados a recurrir a contactos personales para acceder a atención médica oportuna y a pagar por servicios que deberían ser gratuitos. Desde procedimientos básicos hasta atención de emergencia, la corrupción ha permeado todos los niveles del sistema sanitario.

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¿PERO A QUÉ

PRECIO

A lo largo de esta investigación también se documenta cómo la crisis económica, la reducción del financiamiento estatal, la escasez de recursos y el éxodo de profesionales han debilitado la capacidad del sistema para ofrecer atención de calidad y han propiciado la corrupción. Todo esto contrasta con la imagen de «potencia médica» que el Gobierno ha promovido durante décadas y deja al descubierto una pregunta ineludible:

¿Sigue siendo la salud un derecho en Cuba, o se está convirtiendo en un bien de mercado?

Cuando en noviembre de 2024, a Alexis Domínguez, un habanero de 45 años, le hallaron dos cálculos renales, supo que a partir de ese momento le esperaba un camino incierto y lleno de irregularidades en el SNS. Su doctora del Hospital Clínico Quirúrgico «Miguel Enríquez», más conocido como La Benéfica, de La Habana, le advirtió que debía operarse en los próximos siete meses. De los dos cálculos, el más grande –de nueve milímetros– le estaba comprimiendo la uretra.

El primer contratiempo apareció en ese punto. El hospital no disponía de los recursos para hacerle la cirugía por mínimo acceso; tampoco para la extensa recuperación que implicaba hacerla de otro modo: con un corte grande por todo el costado del abdomen. Le recomendaron entonces que probara en el Hospital Clínico Quirúrgico «Hermanos Ameijeiras». Y ahí «empezó la agonía», dice el hombre.

Asegura que un funcionario de ese hospital, cuya identidad y cargo Domínguez no quiso revelar, le pidió 150 USD solo para ponerlo en contacto con la cirujana que lo operaría. Conseguir un turno por la vía formal era casi imposible. «En ese hospital todo se mueve con dinero. Eso ahí es una mafia», afirma. «Se rumorea que hasta las camas para ingresar cuestan entre 150 y 200 USD».

Por esa fecha, a principios de diciembre de 2024, el tío abuelo de Wilfredo Castellanos, un vocalista de 28 años, murió de un infarto en su casa mientras la familia conseguía los 5.000 pesos cubanos (USD, valorados al cambio de X pesos en el mercado informal) que, afirma, un personal de la ambulancia les solicitó para atender la emergencia. La mayoría de los familiares del anciano depende del salario estatal o es jubilado. No contaban con esa cantidad.

EL TRASLADO DE EMERGENCIA EN UNA AMBULANCIA PUEDE COSTAR

5000 CUP

SOLO REALIZAR EL PRIMER CONTACTO CON UN MÉDICO PUEDE COSTAR

150 USD

Con el respaldo de la encuestadora independiente Cubadata, esta investigación arroja luz sobre una realidad que muchos cubanos y cubanas viven a diario pero que rara vez se documenta con cifras: la corrupción en el acceso a la salud ya no es una excepción, sino una práctica estructural dentro del sistema. Lo que antes podía parecer un desvío aislado, hoy opera como una regla no escrita que condiciona la atención médica en la Isla.

Si bien el SNS cubano no se ha privatizado oficialmente, en la práctica, muchos servicios funcionan bajo una lógica de mercado.

La insuficiencia de personal sanitario, la precariedad salarial en el sector y la escasez de insumos y materiales han propiciado un entorno donde la corrupción florece como mecanismo de supervivencia, dando lugar a la aparición y normalización de un esquema de pagos ilegales que se exigen u ofrecen a cambio de servicios médicos

La no disponibilidad de insumos y el faltante de medicamentos en las farmacias estatales ha impulsado su compra en el mercado informala precios elevados. Muchos son detraídos del propio sistema público

Farmacia desabastecida producto de la crisis sanitaria

La realización de la mayoría de los procedimientos clínico-quirúrgicos dependen algunas veces de que paguen también materiales tan básicos como guantes, apósitos, sueros, jeringuillas y agujas.

Venta de medicamentos en el mercado informal

Del mismo modo, los tiempos de espera para la asignación de consultas o para operaciones, que pueden extenderse por meses o años en el caso de las segundas, ha llevado a que los pacientes recurran a pagos extraoficiales para agilizarlos.

Captura de pantalla de venta de material quirúrgico en el mercado informal a través de grupos en redes sociales

De acuerdo con organismos internacionales, la corrupción en el sector tiene graves consecuencias en las cinco dimensiones del desempeño del sistema de salud: el acceso, la calidad, la equidad, la eficiencia y la eficacia de los servicios de atención.

Según la encuesta de Cubadata realizada a 2.141 personas en todo el país a inicios de 2025, el 80.1% declaró haber necesitado atención médica en el último año. Sin embargo, solo el 9.2% pudo acceder siempre a los servicios necesarios. Un 23.1% lo logró la mayoría de las veces, mientras que la mayoría —el 54.6%— fue atendida solo algunas veces. El 13% restante nunca consiguió la atención que necesitaba.

Detrás de cada uno de estos números hay una historia de dolor, enfermedad desatentida, pagos informales y puertas que nunca se abrieron por la falta de una suma de dinero, un contacto privilegiado o un favor.

La barrera económica es evidente: el 74.3% de quienes necesitaron atención médica tuvo que pagar por servicios o medicamentos que, en teoría, son gratuitos. A esto se suma otro dato revelador: el 78% afirmó haber recurrido a contactos personales para conseguir una consulta, un tratamiento o incluso un simple diagnóstico.

El 56.9% afirma que pagar o recurrir a contactos personales para obtener servicios médicos es una práctica que realiza siempre o con frecuencia. Esta tendencia se mantiene en todas las regiones del país:


Fuente: Cubadata

Lo más preocupante de este fenómeno es su normalización. La mayoría ha aceptado que, sin pago o conexiones, la atención médica será deficiente o inaccesible. Esta aceptación silenciosa revela no solo la gravedad de la crisis, sino también la pérdida progresiva de la confianza en el sistema de salud.

En consecuencia, el 52.2% ha dejado de buscar atención médica debido a los costos asociados a estos pagos ilegales, mientras el 45% reporta que acceder a la salud le ha afectado significativamente en términos económicos.

Además, la percepción sobre la generalización de estas prácticas es clara: el 82.4% considera que la corrupción en salud está «muy extendida» o «extendida», mientras que solo el 2.4% cree que no existe.

Los servicios que, según esta encuesta, con mayor frecuencia requieren pagos extraoficiales son:


Fuente: Cubadata

Este panorama se ve reforzado por la falta de incentivos para los profesionales, quienes, ante la precarización de sus salarios, encuentran en estas prácticas informales una forma de mejorar sus ingresos.

Entre los principales actores que facilitan el acceso a la salud a cambio de pagos o favores se encuentran:

El Código Penal cubano, en su artículo 194, establece el delito de cohecho, en el que incurre cualquier funcionario público que recibe un beneficio o dádiva a cambio de realizar, o incluso abstenerse de realizar, un trabajo propio de sus funciones. Las sanciones de prisión oscilan entre dos y cinco años para quienes aceptan la dádiva, y de tres a ocho años para quienes la ofrecen. La gravedad del delito puede aumentar si el profesional además exige dicho pago, en cuyo caso la pena podría llegar de ocho a veinte años de privación de libertad.

Los intermediarios no están exentos y enfrentan penas iguales a las de los autores directos. Sin embargo, en todos los casos, el tribunal tiene la facultad de reducir las penas hasta la mitad de sus límites mínimos si las circunstancias del hecho o las características personales del condenado lo justifican.

Cuando Domínguez tuvo reunidos los 150 USD, se enteró de que el funcionario que los solicitó había «explotado». Es decir, había sido descubierto en algún caso de corrupción y podría haber estado cumpliendo o estar a punto de cumplir cualquiera de las sanciones anteriores.

No fue hasta finales de febrero de 2025, tres meses después de su diagnóstico, que este empleado del sector privado, logró obtener un turno con la cirujana por la vía oficial. Sin embargo, pasó a una lista de espera que lo desalentó. Había personas en cola para la cirugía desde hacía más de un año. «A mí me dieron un plazo de siete meses para operarme porque corro el riesgo de perder el riñón. Yo no puedo esperar tanto», explica el hombre. Hasta la publicación de este trabajo, aún no ha entrado al quirófano.

El cálculo más pequeño lo expulsó, pero «el otro sigue ahí, y es el que me preocupa», dice Domínguez. «Temo que mi salud empeore y la operación no llegue a tiempo».

Castellanos, por su parte, quiso denunciar el incidente con el ambulancista, pero su padre le pidió que no lo hiciera, por su abuela, la hermana del tío abuelo difunto, a quien ni siquiera le contaron los hechos como ocurrieron. Ambos hermanos habían sido combatientes en la Sierra Maestra; contarle sería empeorar su sufrimiento y causarle indignación, pues «fueron gente que luchó por este país», explica este joven.

La Constitución de la República de Cuba, en su artículo 72, establece que la salud pública es un derecho fundamental de todas las personas. Además, asigna al Estado la responsabilidad de asegurar el acceso, la gratuidad y la calidad de los servicios destinados a la atención, protección y recuperación de la salud, lo cual se refuerza a través de la nueva Ley de Salud Pública.

Sin embargo, la realidad no acompaña este discurso.

TU SERVICIO DE SALUD ES GRATUITO…

PERO CUESTA

Para tratar dos muelas afectadas, Roberto, un habanero de 32 años, asegura haber tenido que desembolsar

5.000 pesos (USD), equivalentes al 85% del salario medio mensual.

Ante la imposibilidad de ser atendido en su policlínico por falta de materiales y de personal, recurrió a una dentista que operaba de manera privada en un centro estatal. La experiencia de su suegra, así como la de Adel Bonne Gamboa, R. Carvajal y Enrique confirman esta tendencia.

Las cirugías son los servicios más caros, entre ellas, las estéticas.

Oscilan entre 15.000 y 25.000 pesos (USD), incluso más.

El máximo del que ha tenido constancia un médico en la provincia de Holguín, sin contar los recursos necesarios para realizarla es de

30.000 (USD).

La mayoría de las operaciones, del tipo que sean, dependen muchas veces de que los pacientes compren en el mercado informal materiales tan básicos como guantes, apósitos, sueros, jeringuillas y agujas.

En el ámbito de la ginecología y la obstetricia, que también se encuentran entre los servicios más caros según las entrevista realizadas, se observa un patrón alarmante. La desesperación ante las largas listas de espera y el temor a episodios de negligencia o violencia ginecobstétrica, obliga a mujeres fundamentalmente a desembolsar grandes sumas de dinero para acceder a procedimientos que, por ley, deberían ser gratuitos y humanizados.

¿Es el embargo el único culpable de la crisis de salud en Cuba?

La crisis sanitaria en Cuba no se explica solo por el embargo de EE. UU., aunque este impone barreras reales al acceso de medicamentos y equipos médicos. Sin embargo, la mala gestión interna, la baja ejecución del presupuesto destinado a salud y la falta de transparencia agravan profundamente la situación. Culpar únicamente al bloqueo oculta problemas estructurales que requieren soluciones propias y urgentes.

Así como desde hacía tiempo las prácticas de corrupción en el sector eran un secreto a voces, casi nadie puede negar que el SNS cubano hoy no puede satisfacer la demanda de su población. 

Incluso, algunos pacientes con enfermedades graves o padecimientos complejos, para quienes el MINSAP ha admitido no contar con la solución médica adecuada, han accedido a atención y tratamientos en otros países a través de visas humanitarias, gracias al alcance mediático y las campañas de donación.

¿Cuba es una potencia médica?

Durante décadas, el régimen cubano vendió al mundo la idea de una potencia médica: salud gratuita, universal y ejemplar. Pero tras el Período Especial, la falta de inversión, el auge del turismo y la crisis pandémica destaparon una realidad muy distinta. Hoy, esa potencia médica existe solo en los discursos oficiales, no en los hospitales.

Lo contradictorio es que, desde antes de la Covid-19, en años en que algunos indicadores sanitarios comenzaron a mostrar un notable deterioro, el Gobierno ha disminuido la inversión estatal en Salud y en otros gastos sociales, mientras dedica una parte considerable de su presupuesto al sector del turismo.

Estos recortes y la insuficiencia presupuestaria se reflejan en la escasez de medicamentos e insumos, así como en la baja calidad y el deterioro de las instalaciones médicas. En muchas abundan filtraciones, techos en mal estado, escasez de agua, plagas de roedores y cucarachas, mobiliario obsoleto y salas cerradas, lo que dificulta también la atención médica y la realización de operaciones.